meta name="google-adsense-account" content="ca-pub-6727316351664863"> ¿Son bíblicos los pactos financieros con Dios? ~ Vida y Verdad

¿Son bíblicos los pactos financieros con Dios?



Pactos o "siembras"

¿Son bíblicos los pactos financieros? El primer registro de un compromiso específico de aportar recursos a Dios a cambio de bendición, está en el libro del Génesis y fue planteado por Jacob: "E hizo Jacob voto, diciendo: Si fueres conmigo, y me guardares en este viaje en que voy, y me dieres para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será de mi Dios, y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti" (Génesis 28:20-22). Este es el conjunto de versículos que utilizan como basamento quienes negocian con Dios. Ahora ¿Por qué utilizo esta expresión? Porque no encuentro otro término para designar a quienes ofrendan a Dios o a determinado proyecto cristiano con la aspiración de obtener algo a cambio. ¿Cómo se le llama a esa actitud? ¿Fe o negociar? A menos que esté equivocado y alguien me diga lo contrario, ese es un negocio más carnal que cualquiera otra cosa.

¿Hay fundamento Escritural?

¿Qué leemos en la Biblia? "Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas" (Lucas 12:29-31). Hay quienes han cambiado el orden de las prioridades y buscan primero las "añadiduras" para después servir al reino de Dios. Luego andan preguntándose por qué están espiritualmente estancados o en camino de retroceso. Los cristianos estamos llamados a testimoniar nuestra fe dependiendo de Dios y no de las estrategias orientadas a conseguir dinero. Lo más escandaloso y grave es que haya pastores que se presten a ese juego.

He escuchado, por ejemplo, decir que Cristo tenía los vestidos más lujosos de la época y que comía los manjares propios del "Rey de reyes". Inmediatamente me asaltan una serie de preguntas: ¿Por qué nació entonces en un lugar que no le pertenecía? ¿Cuál es la razón por la que, al morir, lo enterraron en una tumba prestada? En cierta ocasión el Maestro dijo: "Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo sus nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza" (Mateo 8:20). BUeno, para no tomar más espacio y ya que tengo tu atención, me gustaría explicarte cuales son los pactos aceptados por Dios y cuales no.

Los pactos que si son Bíblicos

La importancia de los pactos bíblicos[*]

Es necesario una interpretación adecuada del texto en su propio contexto para permitir que el texto hable por sí solo, y así no caer en el error de colocar el concepto personal sobre este. De no hacerlo, es una falta de reverencia al autor, el cual lo estableció organizadamente para el provecho pleno del lector. Esta aplicación es necesaria para los pactos revelados en las Escrituras. La Biblia revela que a Dios le plació establecer pactos con los hombres. Esos pactos se hallan mencionados en las sagradas páginas y ellos incorporan los hechos más vitales en la relación que el hombre ha tenido con Dios a través de toda la historia. Cada pacto representa el propósito divino y constituyen una absoluta predicción, como una promesa inalterable del cumplimiento de todo lo que Dios ha determinado. En los pactos hechos por Dios al hombre, descubrimos que siempre anticiparon el futuro y tenían el propósito de ser un mensaje de esperanza para aquellos con quienes el pacto era establecido. 

Pacto con Noé (Gén 8:20-22) 

Este pacto fue hecho con Noé y sus hijos (Gén 9: 1-18). Este pacto, introdujo un nuevo principio organizado de gobierno humano por Dios como un medio de frenar el pecado. Este pacto era incondicional y mostraba el propósito de Dios para la generación subsiguiente. La provisión divina en este pacto incluía el establecimiento del gobierno humano, en el que se instituyó la pena para aquellos que tomaran la vida del hombre. Dios lo reafirmó con el orden normal de la misma naturaleza (Gén 8:22; 9:2), y al hombre le fue permitido comer carne animal (Gén 9:3-4) en lugar de vivir solamente de vegetales, como antes del diluvio. El pacto con Noé incluía lo concerniente a sus descendientes (Gén 9:25-27) y designó a Sem como el único por el cual vendría la línea divina que seguiría hasta que el Mesías se manifestara en carne (de ahí la palabra Semitas). El dominio de las naciones gentiles en la historia está establecido en lo concerniente a Jafet. El pacto de Dios con Noé introdujo el gobierno humano. 

Pacto con Abraham (Gén 12:1-3) 

El pacto con Abraham (Gén 12:1-3; 13:14-17; 15:1-7; 17: 1-8) es una de las más grandes revelaciones divinas en lo concerniente a la historia futura del ser humano, en este pacto fue dada una profunda promesa que la subdividí en tres secciones las cuales se enlazan en una sola: 

A) Le fue dada promesa a Abraham de que tendría grande descendencia (Gén 17:16), él tendría mucha bendición personal (Gén 13:14-15, 17; 15:6,18; 24:34-35; Jn 8:56), y su nombre sería grande (Gén 12:2), él personalmente sería bendición (Gén 12:2). 
B) Mediante Abraham fue hecha la promesa de que surgiría una nación grandiosa (Gén 12:2). El propósito divino aquí hace referencia a Israel, primeramente, a los descendientes de Jacob, de quienes salieron las doce tribus de Israel. A la nación mencionada le fue dada la promesa de la tierra (Gén 12:7; 13:15; 15:18-21; 17:7-8). 
C) Mediante Abraham vendría bendición al mundo entero (Gén 12:3). Eso tuvo su cumplimiento en que Israel fue el canal de la revelación divina[63], la fuente de los profetas los cuales revelarían a Dios y la Escritura[64]. 

En este pacto, la bendición sería provista mediante Jesucristo[65], quién era descendiente de Abraham[66]. La relación de Dios con Israel fue especial, Dios pronunció una maldición sobre aquellos que maldijeran a Israel y una bendición sobre aquellos quienes bendijeran a Israel[67]. El pacto con Abraham, como con el de Noé, es incondicional. Mientras que cualquier generación de Israel podía disfrutar de sus provisiones al ser obedientes, de igual forma podían ser guiados hacia la cautividad si eran desobedientes, el propósito de Dios para bendecir a Israel fue esencial para revelarse a sí mismo a través de ellos, y con eso proveyó redención a través de este para establecerlo dentro de la tierra prometida, todo depende del poder soberano de Dios y su perfecta voluntad, no del hombre. A pesar de todos los fracasos vistos por Israel en el Antiguo Testamento, Dios se reveló a sí mismo y estableció la Escritura para que finalmente naciera Cristo, viviera, muriera y se levantara en resurrección exactamente como la Palabra misma lo había anticipado. Con todo y el fracaso humano, los propósitos de Dios son ciertos en su cumplimiento. 

Pacto con Moisés (Éx 19:3-40:38) 

Este pacto fue dado a través de Moisés para Israel mientras estaban en su travesía de Egipto a la tierra prometida (Éx 20:1-31:18). En Éxodo, Dios amplió muchas porciones de la Escritura, dando a Moisés la ley para gobernar su relación con su pueblo. Estos (613 en aproximado) mandamientos están clasificados específicamente en tres divisiones principales: 

A) los mandamientos que contienen explícitamente la voluntad de Dios (Éx 20:1-26). 
B) los juicios en relación con la sociedad y vida cívica (Éx 21:1-24:11). 
C) Ordenanzas (Éx 24:12-31:18). 

La ley era un pacto condicional el cual incorporaba el principio de que, si Israel obedecía, Dios los bendecía, pero si desobedecía, Dios los disciplinaría. El Señor le dio mucho énfasis al tema en este pacto[68]. Aunque ya se había anticipado que fracasaría Israel, Él prometió no abandonar a su pueblo[69]. Este pacto era de carácter temporal, ya que terminó en la cruz de Cristo. Aunque el mismo contenía elementos de gracia, era básicamente un pacto de obras. 

Pacto Palestino (Deut 30:1-10) 

Este pacto estaba en conexión con la posesión final de la tierra por Israel. Aquí se ilustra como el pacto divino básicamente era incondicionalmente seguro en su cumplimiento; claramente tiene elementos condicionales para cualquier generación en particular. La promesa dada a Abraham[70], fue reafirmada a través del Antiguo Testamento, este pacto reafirmaba que sería la descendencia de Abraham la que poseería la tierra. Pero, a causa de la desobediencia y su fracaso, Jacob y sus descendientes estuvieron en Egipto cientos de años antes del Éxodo. Así, se mantuvo el propósito de Dios, ellos volvieron y poseyeron, por lo menos, una porción de la tierra. A causa de la negligencia a la ley divina, fueron sometidos a los cautiverios asirio y babilónico. Nuevamente conforme la soberana gracia de Dios les fue permitido volver después de setenta años de cautiverio babilónico y reposeer la tierra hasta que Jerusalén fue destruida en el 70 d.C. A pesar de los fracasos de Israel, se le da promesa que volvería a la tierra y que vivirían allí en seguridad con la bendición de Dios y nunca sería dispersa nuevamente (Ez 39:25-29; Am 9:14-15). El retorno presente de Israel a su tierra es sumamente significativo porque cumple la primera etapa del pacto, necesario para establecer el escenario para el fin de los tiempos. La vuelta de Israel será completada hasta el último hombre después de que Jesucristo vuelva y establezca su reino (Ez 39:25-29). 

El propósito de Dios en este pacto es traer a su pueblo dentro de su Tierra Prometida y el mismo es incondicional y se cumplirá al pie de la letra. El pacto palestino incluye la dispersión de Israel por la incredulidad y la desobediencia (Gén 15:13; Deut 28:63-68), los tiempos de arrepentimiento y restauración (Deut 30:2), su recolección (Deut 30:3; Jer 23:8; 30:3; 31:8; Ez 39:25-29; Am 9:9-15; Hch 15:14-17), su restauración a su tierra (Is 11:11-12; Jer 23:3-8; Ez 31:21-25; A 9:9-15), la conversión y restauración nacional y espiritual (Os 2:14-16; Rom 11:26-27), la seguridad y prosperidad como nación (Am 9:11-15) y el juicio para los opresores (Is 14:1-2; Joel 3:1-8; Mt 25:31-46). 

Pacto con David (2 Sam 7:5-17) 

Este pacto (2 Sam 7:5-17; 1 Cro 17:3-15) era de carácter incondicional. Dios prometió a David un linaje real y eterno, un trono y un reino para siempre. En la declaración de este pacto el Dios de Israel se reserva de interrumpir el actual reinado de los hijos de David y si era necesario el castigo (2 Sam 7:14-15; Sal 89:20- 37); este pacto perpetuo no podía ser quebrantado. Al igual que el pacto hecho a Abraham garantizaba a Israel una identidad eterna (Jer 31:36) y la posesión de la tierra (Gén 13:15; 1 Cro 16:15-18; Sal 105:9-11), así el pacto hecho a David garantizaba un trono y reino eterno (Dan 7:14). Desde el momento en que este pacto fue establecido y confirmado por el juramento divino (Hch 2:30), hasta el nacimiento del Mesías, a David no le faltó hijo que se sentase en el trono (Jer 33:21). El Hijo de Dios (Jesús) conocido como Hijo de David[71], siendo el heredero justo en carácter propio de aquel trono y el Único que se sentaría en mismo (Lc 1:31-33), Cristo completa el cumplimiento de este pacto hecho a David de que un hijo se sentaría en este trono para siempre. 

Este pacto es el más importante ya que asegura el reino del milenio, en el cual reinará Jesús sobre toda la tierra. La promesa de este pacto a David establece que él será resucitado, y reinará por debajo de Jesucristo como un príncipe (Jer 23:5-6; Ez 34:23-24; 37:24). El pacto a David no es cumplido por Jesús reinando en su trono en los cielos, ya que es imposible que David se sentase en el trono junto al Padre. Es en sí un reino y trono terrenales (Mt 25:31). Este pacto es, por consiguiente, la clave del programa divino que aún está por cumplirse escatológicamente. 

Pacto Nuevo (Jer 31:31-34; Mt 26:28) 

El nuevo pacto fue profetizado en el Antiguo Testamento y tendrá su cumplimiento primario en el milenio y es incondicional (Jer 31:31-33). Este pacto es hecho «con la casa de Israel y con la casa de Judá[72]». Este pacto contrasta con el pacto con Moisés, el cual Israel quebrantó[73]. En este pacto prometió Dios: «Después de aquellos días, dice Jehová: Daré mis leyes en sus corazones, y en sus almas las escribiré; y seré yo a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo[74]». A causa de esta revelación divina y su voluntad para con los suyos, sigue en aclaración: «y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová: porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado[75]». Este pasaje anticipa las circunstancias ideales donde Cristo reinará, y todos conocerán los hechos acerca de Él. No será necesario hablar de Él y sus obras, porque los hechos acerca del Señor serán universalmente conocidos. Este será un período en el cual Dios perdonará a Israel (creyentes israelitas) y les bendecirá en abundancia. En esta descripción del pacto dada en Jeremías, se puede entender que el mismo no está en cumplimiento, ya que la iglesia ha sido capacitada y comisionada para ir por todo el mundo y predicar el evangelio a causa de la ignorancia universal de la verdad divina. El nuevo pacto se basa en la muerte y derramamiento de la sangre de Cristo. Este pacto garantiza todo lo que Dios se propuso hacer para los hombres en la persona del Hijo. Se puede ver en dos aspectos: 

A) Él salvará, preservará y presentará en la gloria, a los creyentes conformados a la imagen de Cristo. El hecho de que se necesite creer en Cristo para salvación en su gracia no es una condición en el nuevo pacto. El acto de depositar la fe en Cristo no es una parte condicional del pacto como muchos afirman, es más bien la base sobre la cual el creyente es admitido por su soberana elección para disfrutar de las bendiciones posicionales y eternas que el pacto ofrece en la persona del Hijo. El pacto no es para los no regenerados, sino para creyentes, y promete que a favor de ellos estará la fidelidad divina sobre ellos. «El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo[76]» y toda promesa semejante a ésta, relacionada con el poder que Dios manifiesta en la preservada salvación de los suyos, parte de este pacto de gracia es su fidelidad en preservar a sus hijos. 

Lo que la Escritura afirma sobre ello es que se tiene en vista para el hombre una salvación que, garantizada en perfecta preservación en el mundo, y la presentación final en su gloria de los que son lavados por la sangre de Cristo. Hay quienes afirman la importancia de la voluntad humana, y enseñan enfáticamente que la salvación y preservación de esta depende condicionalmente de la cooperación de la voluntad humana con Dios. Esto puede ser razonable para la mente corrupta del ser humano que busca ser semejante a Dios en todo, pero no está nada acorde con lo que Dios mostró en la Escritura[77]. Dios estableció incondicionalmente lo que Él hace a favor de los que confían en Él (Jn 5:24; 6:37; 10:28). 

Lamentablemente la corriente en la cual muchos creyentes han sido arrastrados incluye el dominio absoluto del corazón humano por sobre la fidelidad soberana de Dios de preservar a sus hijos conforme su promesa inquebrantable. Ahora, es importante notar que Dios dejó un lugar para el libre ejercicio de la voluntad humana para sus asuntos personales, pero no para lo divino. Dios ayuda a la voluntad humana a tomar un rumbo correcto en la dirección Escritural, y los redimidos son conscientes de que tanto su salvación como su servicio están en completa armonía con la elección divina en ellos, y en base a ello pueden actuar como respuesta[78]. Es cierto que Dios gobierna la voluntad del hombre (Jn 6:44; Fil 2:13); pero al mismo tiempo la Escritura afirma que Dios apela a la voluntad humana y hace en cierto sentido que conforme la decisión de la persona se disfrute su divina bendición (Jn 5:40; 7:17; Rom 12:1; 1 Jn 1:9). 

La Escrituras habla incuestionable y enfáticamente sobre la soberanía de Dios. Él predestinó en su preeminencia perfecta y soberanía lo que vendrá, y su propósito tendrá que realizarse determinadamente, en Él no hay desilusión porqué todo lo conoce, el propósito eterno y la perfecta realización de este siempre se llevan a cabo sin importar lo que el hombre haga o deje de hacer, Dios es soberano[79]. Es sumamente fatal la pretensión de querer desalojar al soberano Dios de su trono. La voluntad humana está bajo el dominio divino; es sumamente irrazonable creer que la soberanía divina está por debajo de la voluntad humana, eso sería tratar de sujetar a Dios conforme nuestro deseo, eso es errar. Los que creen ya son salvos y seguros por siempre, porque así fue determinado por Dios en su pacto incondicional establecido en el Hijo. 

B) La salvación futura de Israel es prometida en el nuevo pacto incondicional[80]. Esta salvación se efectuará sobre la base de la sangre que Cristo derramó en el calvario. Por medio de su sacrificio, Dios es libre para salvar a una nación como lo es para salvar a un solo individuo. Cristo representó a Israel como un tesoro escondido en un campo. El campo es una figura del mundo. Cristo fue quien vendió todo lo que tenía, a fin de poder comprar el campo y poseer el tesoro que estaba oculto en el mismo[81]. 

En la consideración de los pactos dados por Dios en la Escritura es imposible decir que se está dando demasiado énfasis a la soberanía de Dios en relación con lo incondicional, o que se da demasiado énfasis al absoluto fracaso humano en lo que toca a los pactos condicionales. Se puede estar seguro de que todo lo que Dios se comprometió hacer incondicionalmente, Él lo hará con todo lo que conlleva la perfección de su soberano y eterno Ser. 

Otros teólogos como L. S. Chafer afirmaron sobre otros dos pactos antes del pacto con Noé, y estos eran el “Pacto Edénico” y el “Pacto Adámico”. El expuso lo siguiente: “El pacto edénico fue el primer pacto que Dios hizo con el hombre (Gn 1:26-31; 2:16- 17), y fue un pacto condicional con Adán en el cual la vida y bendición o la muerte y la maldición dependían de la fidelidad de Adán. El pacto edénico incluía el dar a Adán la responsabilidad de ser el padre de la raza humana, sojuzgar la tierra, tener dominio sobre los animales, cuidar del huerto y no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. Por haber fracasado Adán y Eva al comer de la fruta prohibida, fue impuesta la pena de muerte para la desobediencia. Adán y Eva murieron espiritualmente de inmediato y necesitaron nacer de nuevo para poder ser salvos. Más tarde también murieron físicamente. Su pecado hundió a toda la raza humana en un molde de pecado y muerte. El pacto adámico fue hecho con el hombre después de la caída (Gn 3:16-19). Este es un pacto incondicional en el que Dios declara al hombre lo que será su porción en la vida por causa de su pecado. Aquí no hay lugar para ninguna apelación, ni se implica responsabilidad alguna de parte del hombre. Como un todo, el pacto provee importantes rasgos, los cuales condicionan la vida humana desde este punto en adelante. Incluido en este pacto está el hecho de que la serpiente usada por Satanás es maldita (Gén 3:14; Rom 16:20; 2 Cor 11:3, 14; Ap 12:9); se da la promesa del Redentor (Gén 3:15), la cual es luego cumplida en Cristo; se detalla el lugar de la mujer en cuanto a estar sujeta a una concepción múltiple, al dolor y la pena en la maternidad, y en cuanto a la posición del hombre como cabeza (Gén 1:26-27; 1 Cor 11:7-9; Ef. 5:22-25; 1 Ti. 2:11-14). El hombre debería, en lo sucesivo, de ganar el pan con el sudor de su frente (Gén 2:15 con 3:17-19); la vida del hombre sería dolorosa y con la muerte por final (Gén 3:19; Ef 2:5). Por un período bastante extenso, el hombre continúa desde ese punto en adelante viviendo bajo el pacto adámico[82]”. 

Se puede resumir los pactos de esta forma 
  • El pacto eterno, (Heb 13:20): el pacto redentor antes de los inicios de los tiempos. 
  • El pacto adámico, (Gén 3:14-19): el pacto que condicionaba la vida del hombre caído en la esfera terrícola. 
  • El pacto a Noé, (Gén 8:20-9:6): la preservación de la vida humana y su gobierno. 
  • El pacto abrahámico, (Gén 12:1-3): la promesa al respecto de la bendición y la simiente. Confirmado en (Gén 13:14-17, 15:1-7, 17:1-8). 
  • El pacto mosaico, (Éx 20:1-31:18): el pacto legal dado exclusivamente a los hijos de Israel era las leyes que debían gobernar todos los aspectos de su vida. 
  • El pacto palestino, (Deut 30:1-10): regulaba la posesión y disfrute de la tierra de Canaán por parte de Israel. 
  • El pacto davídico, (2 Sam 7:4-17, 1 Cro 17:4-15): regulaba el reino terrenal temporal de David y el eterno posterior. 
  • El pacto nuevo, (Jer 31:31-33; Mt 26:28; Mr 14:24; Lc 22:20; Heb 8:8-12): el pacto de la bendición milenaria para Israel establecido en la muerte de Cristo. 
El conjunto de todo lo antes mencionado con los pactos vistos, demuestra que el medio perfecto por el cual Dios comunica a sus criaturas con facultad intelectual su voluntad y propósitos es las Escrituras.
[*La importancia de los pactos bíblicos: Tomado del libro Teología Bíblica Sistemáatica y Expositiva. Cap I. Bibliología. Pgs 43-51]"

Conclusión, respondiendo la pregunta sobre si ¿Son bíblicos los pactos financieros con Dios? tajantemente se responde que No hay basamento bíblico para que en el nombre de Cristo, se hagan ese tipo de colectas. Y voy más allá: estoy convencido que antes que un beneficio, le causan un enorme perjuicio a la causa del evangelio.

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