La inclinación de un buen ministro
Por: Dr. Félix Muñoz
"¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego" - 1 Corintios 3:5-15 (RVR60).
Con varios ejemplos el texto expuesto coloca dentro de una perspectiva correcta a los líderes serviciales.
El primer ejemplo, tomado de la agricultura, rechaza la supuesta superioridad de alguno sobre otros, y destaca que ninguno tiene motivos de jactancia puesto que Dios es el que da el crecimiento. ¿Le corresponde reconocimiento individual a cada quien?, si (1 Tes 5:12), pero en términos de metas y servicio son uno solo. Apolos y Pablo eran servidores por medio de los cuales habían venido a creer en el Señor Jesús. Eran sencillamente agentes, no cabezas de escuelas rivales.
La segunda metáfora también muestra la relativa insignificancia de los líderes, pero destaca su responsabilidad. Los ministros son como constructores con permisos restringidos para edificar sólo sobre un determinado fundamento, Cristo (vv. 10-11). La originalidad se reduce en arquitectura al diseño del plano básico; así sucede con el evangelio, ningún ser humano es el autor de la revelación original, sino sólo Dios, a través del sabio plan del Padre, por medio de la diligente obediencia del Hijo y la poderosa obra del Espíritu Santo, y las Escrituras, la instrucción.
Empleando una imagen de la agricultura, Pablo muestra que el sirviente, a fin de cuentas, está muy limitado acerca de lo que puede hacer. Pablo mismo podía plantar, y Apolos podía regar, pero solamente Dios podía dar el crecimiento. Lo mismo en la actualidad; algunos de pueden predicar la palabra y todos podemos orar por parientes y amigos no salvos, pero la verdadera obra de la salvación sólo puede ser llevada a cabo por el Señor. El que planta y el que riega son una misma cosa en el sentido de que ambos tienen el mismo objetivo y propósito. No debería haber celos entre ellos. Por lo que respecta al servicio, están al mismo nivel. En un día venidero, cada uno recibirá su propia recompensa conforme a su propia labor. Aquel día será el del Tribunal de Cristo. Dios es Aquel ante quien todos son responsables. Todos Sus siervos son colaboradores, y trabajan conjuntamente en la labranza de Dios, o, cambiando la imagen, edifican juntos el edificio de Dios «Somos colaboradores que pertenecemos a Dios y estamos trabajando unos con otros».
Prosiguiendo con la idea del edificio, Pablo reconoce ante todo que cualquier cosa que haya podido llevar a cabo lo ha hecho debido a la gracia de Dios. Con ello se refiere a la inmerecida capacidad que ha recibido de Dios para hacer la obra la cual fue encomendado. Luego prosigue para describir su parte en Corinto: "Yo como perito arquitecto puse el fundamento". Él había llegado a Corinto predicando al Cristo crucificado. Se salvaron almas y se plantó una iglesia local. Luego añade: "Y otro edifica encima". Con ello, se refiere indudablemente a otros maestros que posteriormente visitaron Corinto y edificaron sobre el fundamento que ya había sido establecido allí el cual es Cristo. Sin embargo, advierte: "Cada uno mire cómo sobreedifica". Claramente habla de como ejercer un ministerio de enseñanza en la iglesia local. Algunos habían llegado a Corinto con doctrinas divisivas y con enseñanzas contrarias a la palabra de Dios. Indudablemente, Pablo estaba pensando en estos maestros y las mismas facciones en conflicto entre creyentes cuando escribió estas palabras, por ello expone que Dios destruirá al que destruye el templo de Dios (1 Co 3:17) lógicamente habla de los falsos maestros en conjunto de quienes dividen. Sólo se precisa de un fundamento para un edificio. Una vez puesto, no tiene que repetirse. Pablo había puesto el fundamento de la iglesia en Corinto. Y este fundamento era Jesucristo, Su Persona y Obra, y sibre ello debía construirse.
Para construir sobre el fundamento de un edificio con materiales resistentes (oro, plata, piedras preciosas) es necesario enseñar una sana doctrina y vivir siendo fieles a la verdad, y de esa manera conducir a los conversos hacia la madurez espiritual por el Espíritu conforme al contexto Escritural. Construir con materiales perecederos (madera, heno, hojarasca) equivale a impartir enseñanzas inadecuadas y superficiales, o comprometer la verdad con un estilo de vida que la contradice, o que falla a la hora de ponerla en práctica. La falsa enseñanza siempre estará imposibilitada de dirigir a su audiencia a una moral adecuada a las normas divinas.
La posterior enseñanza en una iglesia local puede que sea de varios grados de valor. Por ejemplo, algunas enseñanzas son de un valor permanente, y podía asemejarse a oro, plata, piedras preciosas. Aquí, piedras preciosas probablemente no se refiera a diamantes, rubíes u otras gemas, sino más bien al granito, mármol o alabastro empleados en la construcción de templos costosos de tales tiempos, hace uso de tal ejemplo para que la audiencia pudiera comprender el mensaje y la importancia de estar establemente enfocados en la verdad. Por otra parte, la enseñanza en la iglesia local podría ser de un valor pasajero o sin valor alguno. Esta enseñanza se asemeja a la madera, heno y hojarasca, materiales los cuales en tiempos difíciles parecían por su falta de estabilidad y fortaleza.
Este pasaje de la Escritura se emplea comúnmente de forma general para aplicarlo a las vidas de todos los creyentes. Es cierto que todos estamos edificando cada día, y que los resultados de nuestra obra serán puestos de manifiesto en un día venidero. Sin embargo, un cuidadoso estudiante de las Escrituras observará que el pasaje no se refiere de manera primaria a todos los creyentes, sino más bien a los predicadores y maestros, ministros en sí.
La calidad del trabajo de cada constructor será sometida a prueba el día del regreso del Señor. Todo líder tendrá que comparecer ante el Señor Jesucristo, constructor de la iglesia (Mt 16:18; 2 Co 5:10; Heb 13:17). En un día venidero la labor de cada uno se hará manifiesta. El día se refiere al Tribunal de Cristo, cuando se revisará todo para el Señor. El proceso de servicio es asemejado a la acción del fuego. El servicio que ha dado gloria a Dios y bendición al hombre no quedará afectado por el fuego, como el oro, la plata y las piedras preciosas. En cambio, aquello que haya suscitado perturbación entre el pueblo de Dios o no los haya edificado para crecer en conformidad a Cristo, será consumido. El fuego mismo probará la calidad de la labor de cada uno, nótese que habla de la labor en sí, no del fruto de la misma, por la sencilla razón que el fruto lo produce Dios, no el que labora. La recompensa claramente no es la salvación, ya que la Escritura enseña que la misma constituye una dádiva gratuita (Efe 2:6-10), claramente aquí alude a un premio a la fidelidad en el servicio.
La obra en relación con la iglesia puede ser de tres clases. En (1 Cor 3:14) tenemos el primer tipo "un servicio que haya sido provechoso". En tal caso, la obra de la vida del siervo permanece ante la prueba del Tribunal de Cristo, y el obrero recibirá una recompensa. La pérdida se refiere a la recompensa que este constructor pudo haber recibido, no a su salvación como arriba mencionado. Como por fuego: Esta persona tendrá una salida estrecha, como alguien que escapa de un edificio en llamas, pierde todas sus posesiones y sólo logra salvar su vida, pero aunque la salve, queda sin nada.
El segundo tipo es aquel que es inútil. En este caso, el siervo sufrirá pérdida, aunque él mismo será salvo, aunque así como a través de fuego: «La pérdida no implica la destrucción que antes se poseyese» (1 Cor 3:15). Debería quedar claro por este versículo que el Tribunal de Cristo no trata de los pecados del creyente y de la pena de los mismos. La pena de los pecados del creyente fue llevada por el Señor Jesús en la cruz del Calvario, y esto ha quedado solventado ya de una vez por todas. Así, la salvación del creyente no está en absoluto en entredicho ante el Tribunal de Cristo. De lo que se trata es de su servicio (labor).
El fuego pone a prueba la obra o el servicio del hombre, de qué clase sea el mismo. El creyente es salvo a pesar de que sus obras queden consumidas por el mismo.
Un pensamiento interesante en relación con este versículo es que la palabra de Dios se parece a veces al fuego (Is 5:24, Jer 23:29). Es la misma palabra de Dios la que pondrá a prueba la labor ante el Tribunal de Cristo, ¿por qué?, por la sencilla razón que la misma está disponible ahora para que cada creyente tenga conocimiento como hacer las cosas, y es su responsabilidad estudiarla adecuadamente para aplicarla adecuadamente. Si se está edificando en conformidad con las enseñanzas de la Biblia en su propio contexto, entonces la obra laboral resistirá la prueba en el día venidero, de lo contrario, no.
¿Cuales son las características de un buen ministro?
1) Es siervo, no es amo: "tiene la actitud de Cristo; yo estoy entre vosotros como el que sirve".
2) Reconoce que cada quién tiene su función especial: "no todos están llamados a la misma tarea, pero si al mismo propósito; amar, servir, adorar y glorificar a Dios".
3) Reconoce que cada ministerio principalmente es un nombramiento del Señor, no de la iglesia: P.ej. "El llamamiento y envio de Pablo y Bernabé no dependía de la iglesia en Jerusalén, ellos estando en Antioquia, dependió del Espíritu Santo (Hch 13:1-3)".
4) Reconoce la igualdad: Aunque su ministerio o función resalte más que los de otros debe reconocer que ante Dios todos somos iguales. "Uno planta, el otro riega, los dos son necesarios".
5) Cada tarea por separado tiene el mismo valor: P.ej. "Evangelizar y educar, en muchos casos los que evangelizan ven a los educadores como muertos en letra, y los educadores como anti-intelectuales a los evangelizadores, ambos se necesitan, una va de la mano con la otra, sino se educa para evangelizar no hay efectividad en su labor, sino se evangeliza para educarlos de igual forma.
6) Dios es quién hace florecer el crecimiento tanto en madurez como en número: "El cremiento no es el resultado de métodos hábiles, publicidad, y mucho menos del expositor, no cabe ningún mérito humano en el crecimiento de la iglesia de Cristo, el mérito es solo del Señor. Pablo plantó, Apolos regó, es un acto pasado, el acto de crecimiento es presente y continuo 'el crecimiento lo da Dios', es merito divino aunque Él use agentes para plantación y riego".
7) Reconoce que otros son colaboradores al igual que él: "Todos cumplen para Dios y trabajan para Dios, siempre y cuando sea en conformidad a la Palabra de Dios. El absolutismo no tiene parte aquí, el único absoluto es Dios, el sentimiento competitivo no tiene espacio en la obra divina".
8) El obrero recibe recompensa según su labor no según su producción: "El mundo capitalista (lejos de política) juzga el valor de las cosas basado en la productividad, este pensamiento estaba alejado de la mente eclesiástica del siglo I, muchos vieron poco fruto y trabajaron mucho según el criterio mundano, pero realmente no fue así, el resultado de lo que se hace no define su esencia, se define cuando en conformidad a lo correcto se establece las acciones, P.eje. Cristo en la cruz tuvo más fruto en lo que al ojo humano era poco y miserable, en contraste con su ministerio educativo, milagroso y libertador en la tierra, con todo eso, la cruz tuvo más impacto. La vara de medir de Dios se basa en la labor no en la producción, Dios recompensará la labor independientemente de los resultados visibles. La iglesia moderna cree lo opuesto, sus resultados visibles valen más que los no visibles, por ende su crecimiento es torcido por falta de esencia, por que colocan el resultado por encima de la labor".
La clave del servicio ministerial correcto yace, en hacer lo que Dios desea en conformidad a Su norma, las Escrituras, no conforme a placer personal.